Testimonio de una parte: Una
vivida experiencia en Geotrekk-Perú
En
el mes de setiembre del 2007 ingresé a la carrera de Geografía en la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos. La emoción que produjo en mí este
acontecimiento era desbordante, absolutamente desmedida. En aquel entonces,
como ahora, las clases en la universidad comenzaban seis meses después, en marzo.
Aun así, y, es más, a razón de esto, de esta prolongada espera, mi entusiasmo por
estudiar en San Marcos no dejaba de crecer. Día tras día, la expectativa por
cursar materias y conocer el mundo en la universidad llenaba mis ilusiones pueriles
e inocentes. Si acaso mi vida -en ese momento preliminar al inicio de mis
estudios universitarios- tenía sentido, lo era por el deseo incontinente de
escuchar a los catedráticos geógrafos de la universidad, a los entendidos en
interpretar la “relación del hombre con su ambiente”. Estaba absolutamente
seguro de que encontraría al fin el lugar que soñaba desde finales del 2006, fecha
en la que comprendí por vez primera la importancia del estudio científico: esperaba
encontrar una suerte de liceo ordenado y silencioso, con pensadores estudiosos,
quienes librarían alturados y fructíferos diálogos en busca de la verdad y del
afinamiento de las tesis, en busca de las teorías que expliquen la realidad. Esperaba
que estas personas carezcan de prejuicios y dogmas irracionales. Esperaba que
aprecien solo el conocimiento generado y comprobado, y sobre este planificaran
sus vidas y la sociedad. En definitiva, esperaba que la luz guía sea el
conocimiento científico, técnico, ingenieril, y, por qué no, artístico también.
Lastimosamente
–o quizá, a la postre, para suerte mía- los profesores y estudiantes de la
escuela de Geografía se encargaron de tirar por la borda todas mis deferencias
más sentidas para con la universidad y mis desinteresadas intenciones acerca de
la responsabilidad estudiantil. Mi pretensión principal no era el título
universitario. Mi verdadera pretensión en aquel entonces era encontrar una vida
plena por medio del uso de la razón y la experiencia, que nos lleve a algo
semejante como el ascetismo, una vida entregada a una causa valiosa, pero librada
de todos sus mitos fantásticos y dogmáticos para asumir una postura científica
de interpretación que nos de luz para cambiar nuestra injusta, inicua,
problemática y desalentadora realidad extrauniversitaria. E insisto, esos
calificativos creía que eran propios de la sociedad mas no de la universidad. Cuan
alejado de la realidad estaba, pues creía que la universidad era la única
célula sana dentro de nuestra cancerosa sociedad peruana, por decirlo
metafóricamente. Pero, contrario a lo que puede esperarse de un cuerpo
canceroso, creía que el contagio social podría ser inverso. En este caso, la
vitalidad de la universidad, la célula sana, debía influir a la sociedad con
todo lo que podía dar de si, para vivificar de esta manera a las células
enfermas. Asumía, sin saberlo, la doctrina esperanzadora del positivismo comteano sobre el progreso.
Basto
un semestre para desengañarme y concluir que mi lugar no era la escuela de
geografía, a mi parecer no tenía algo que hacer allí. Pero justo cuando comenté
mis intenciones de retirarme de la carrera, aparecieron personas que se
opusieron a tal decisión, y, meditando detenidamente lo ocurrido, esas voces
sugerentes fueron los motivos más fuertes por los que decidí quedarme. Es
importante agregar que entre esas múltiples manos opositoras a mi deserción se
encontraban amigos, estudiosos geógrafos, buenos profesores y algunas
esperanzadas personas (todos juntos no sumaban más de 9 ó 10 personas), y entre ellos se encontraban José
Manuel y Geotrekk-Perú.
Geotrekk-Peru,
por medio de José Manuel y Ricardo Suárez, no tuvieron una influencia directa
en mi decisión de perseverar en Geografía, pues no conocían esta disyuntiva
vocacional mía. Pero fueron un aliento silencioso, ejemplar, una razón positiva
en la escuela de geografía para intentar aportar a la universidad y a la
sociedad con lo que pudiésemos. En este caso, desde el trekking. No obstante el principal objetivo de Geotrekk-Perú ha
sido caminar y conocer lugares, los recién integrados al grupo deseábamos
estudiar, escribir y publicar de ser posible, así como discutir y aprender más
para en algún momento proponer y sugerir con sustento y seriedad. De esa manera
fue que empezó la aventura del “Bosque de Zárate: una visión geográfica”. No
creo que sea osado afirmar que esa publicación marca un hito en Geotrekk-Perú,
pero dejaré a otros que evalúen el peso de ese trabajo. Además, ahora contamos
con otros miembros jóvenes que asumen responsabilidades importantes en el
grupo, lideran caminatas y coordinan la logística del evento. Más importante es
saber que son estudiantes de la base donde estudié. Que mayor alegría se puede
sentir, sino que esta iniciativa fue acogida buena y responsablemente por
compañeros a quienes conocimos ya estando en tercer año aproximadamente. Es
decir, no solo fuimos partícipes y actores, sino también funcionamos como un
nexo para atraer más miembros que hicieron suya la práctica del excursionismo.
Geotrekk-Perú
fue una razón para mantenerme en Geografía, para conocer nuestros alrededores
limenses (limeños) y para intercambiar ideas en un ambiente alejado de la
metrópoli. Sinceramente, agradezco a cada persona en Geotrekk-Perú que puso de
su parte para que sea cada vez mejor el estudio de la geografía en nuestra
universidad. No pierdan las ganas de caminar, porque esto se apareja muchas
veces a otras actividades esenciales del geógrafo y del estudiante en general,
como conocer el mundo, explorarlo, conocernos a nosotros mismos (física y
mentalmente) y enseñar, compartir con los demás lo aprendido. Gracias por todo
Geotrekk-Perú.
Lima, 02 de Enero del 2013
Alex
Marcelo Carrillo Díaz
Estudiante
de Geografía – UNMSM
Agradezco
las palabras de Alex, me reafirmo en mis ideales y compromisos, y los
invito a él y a todos que alguna vez fueron o desean ser parte de
Geotrekk, se unan en las nuevas temporadas. José Manuel.
.
.